Mientras la nueva canción se está grabando, Julián echa un trago a la cerveza helada, imagina a Octavia Seberg escuchándola y empieza a buscar la siguiente. En cada cara le caben unas quince canciones, dieciséis si cuenta la última de cada cara, que suele ser un fragmento sonoro de alguna película que ha conseguido con suma dificultad o algún discurso histórico o incluso su voz grabada diciendo una idiotez. Julián llama a esto el Bonus track en lo que a él le parece inconscientemente el colmo de la sofisticación. Sus amigos, dependiendo de lo que sea, le llaman otras cosas, ignorando el pequeño escrito al final de cada cara.
"+ Bonus track", pone. El signo de "más" és clave. Siempre hay algo que añadir al final de esas cintas.
Julián tiene miles de discos borrachos que juegan al escondite con él por las estanterías y piensa a cuál empieza a perseguir antes que la canción que está sonando acabe.
La mencas, Curtis Mayfield.
Has roto la olla, Leroy Huston.
Un dos tres salvado por todos, Terry Callier.
Julián encuentra el disco que estaba buscando en el sitio totalmente incorrecto y se acerca al plato otra vez. Se pregunta si a ella le gustará la cinta, a lo que se responde que seguro, y se pregunta si ella entenderá cómo esos discos le han enseñado a vivir, le han hecho llorar, le han hecho bailar, le han hecho sentirse fuerte y le han ayudado cuando estaba triste. Nada en la vida puede explicarse sin esos discos. Todos esos discos le han salvado la vida, por decirlo de alguna manera.
Un dos tres, salvado por todos. Julián sonríe y baja la aguja.
(Anagrama)
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