Robert Stone
(Libros del Silencio)
Queríamos la gracia constante bajo una presión constante,
y un estoicismo ante la desilusión que,
de algún modo, nunca perdiera su vigor.
Queríamos morir bien todos y cada uno de los días,
ser tipos interesantes y dejar bonitos cadáveres.
Qué absurdo, porque nada es gratis,
y al final tuvimos que aprenderlo.
Aprendimos lo que tuvimos que aprender
e hicimos lo que pudimos.
Nosotros fuimos las principales víctimas de nuestros errores.
Midiéndonos ahora frente a los dueños del presente,
no nos arrepentimos de nada más que de no haber conseguido imponernos.
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